Pantallas en la primera infancia: efectos y alternativas.
El uso de pantallas en la primera infancia tiene una serie de efectos que vamos a repasar brevemente en este artículo, para reflexionar sobre la importancia de aburrirse como alternativa a la sobreestimulación audivisual.
Las nuevas tecnologías han impactado muchas facetas del desarrollo de niños y niñas, algunos de estos impactos son positivos, otros negativos y todos siguen a debate.
El sistema educativo afirma que es necesario introducir las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) desde edades muy tempranas por la necesidad de crear “profesionales de la sociedad tecnológica”.
Dejando de lado que esta afirmación trata a lxs niñxs como futuros trabajadores y no como personas con sus necesidades e intereses a desarrollar, despersonalizándolos completamente, parémonos a reflexionar sobre la necesidad de introducir todas esas competencias a edades tan tempranas como en la educación infantil.
PANTALLAS EN LA PRIMERA INFANCIA: ¿Qué ocurre en sus cerebros?
A nivel neurológico, el uso de pantallas tiene un efecto paralizante sobre el desarrollo de la corteza prefrontal.
La corteza prefrontal es la última parte que se desarrolla en el cerebro de lxs niñxs, que comienza desde la parte posterior hacia la delantera, donde se sitúa.
Su función es la de dominar la voluntad, y de esta forma la atención y la acción. Así, es esta parte del cerebro la que nos permite, por ejemplo, leer este blog sin permitir que otros estímulos nos distraigan.
La corteza prefrontal no se desarrolla completamente hasta alrededor de los 15-18 años. Por tanto, en un bebé recién nacido es completamente inmadura, activándose solo con tres tipos de estímulos: luz, sonido y movimiento.
Es solo a través de la experiencia con otros estímulos y el aprendizaje del entorno y las relaciones y normas sociales cuando se es capaz de hacer una discriminación de los diferentes estímulos y prestar atención al que nos interesa.
Entonces, ¿Qué ocurre cuando están ante una pantalla en la primera infancia?
Una tablet o un teléfono nos dan esos tres estímulos básicos: luz, sonido y movimiento. Todo, concentrado en una pequeña pantalla que hace que se desconecte del mundo exterior. Por tanto, estamos destruyendo la capacidad de desarrollar la voluntad hacia los estímulos que elegimos, porque los tres estímulos básicos están concentrados y además son muy “ruidosos”, hiperestimulan en su diseño.
Teniendo en cuenta que el cerebro sigue la regla “use it or lose it” (úsalo o piérdelo), no ejercitar ni estos tres estímulos básicos por uno mismo, ni ejercitar la discriminación de otros estímulos, necesariamente lleva a una paralización del desarrollo de la corteza cerebral.
El cerebro no ejercita estas habilidades, y se pierden.
PANTALLAS EN LA PRIMERA INFANCIA: Consecuencias de su uso
Las consecuencias de esto nos dejan un dato que habla por sí solo: el 10% de lxs niñxs europeos están diagnosticados con TDHA, el famoso déficit de atención, que no es exclusivamente culpa de las pantallas, pero desde luego hay una correlación con sentido analizada desde esta perspectiva neurológica.
Por otro lado, el diseño de las redes sociales, videojuegos, mensajería instantánea, etc, está hecho para generar adicción. La interacción con las pantallas nos genera dopamina, la hormona de la satisfacción y también de las adicciones, debido a la gratificación inmediata.
La corteza prefrontal no trabaja con las recompensas inmediatas, sino todo lo contrario, se desarrolla a través de la paciencia y las recompensas pospuestas en el tiempo después de un trabajo propio.
Esta generación de dopamina en la infancia se traduce en un baja tolerancia a la frustración si desde peques han estado expuestxs a estas gratificaciones inmediatas.
Además, las gratificaciones inmediatas tienen otro efecto devastador, y es que esa necesidad creada de tener algo con lo que entretenerse de forma hiperestimulante a cada momento no permite a la infancia aburrirse.
La importancia de aburrirse frente al uso de pantallas
El aburrimiento es necesario para el desarrollo de la creatividad, para saber qué queremos hacer, qué nos gusta y qué no, igual que la sensación de hambre es necesaria para saber qué necesitamos comer.
Si no nos aburriéramos no reconoceríamos las situaciones que no nos satisfacen y la forma de salir de ellas, o no seríamos capaces de enfocar nuestras metas y deseos.
El aburrimiento nos motiva a seguir desarrollándonos y descubriéndonos, además de autorregularnos, buscando la identidad propia y la coherencia con nosotrxs mismxs.
Vivimos en una sociedad tecnológica, pero nuestrxs niñxs no tienen que formar parte de ella si no están madurativamente preparados para hacerlo.
La tarea de la infancia es ser niñxs, descubrirse y descubrir el mundo, tener tiempo libre y experimentarlo todo.
Dejémosles que se aburran, nunca será inútil. El tiempo libre sin nada que hacer traerá las mejores historias, los mejores juegos, las mejores aventuras y los mejores recuerdos.
Si queréis saber más sobre cómo acompañar el aburrimiento de forma respetuosa, tenéis esto y mucho más en el Curso Acompañamiento Emocional y Literatura Infantil con Beatriz Pérez.
“Aburrirse es aprender a esperar. Dicen los que estudian las emociones que el aburrimiento nos impulsa a plantearnos nuevas ideas, a buscar otras metas, a esquivar la monotonía. El niño aburrido se arriesga a salir de sí mismx, a inventar otro mundo que le entretenga”.
Suárez
Artículo escrito por Tamara Lago, tallerista e investigadora pedagógica de Va de Cuentos.
BIBLIOGRAFÍA:
Rojas-Estapé, Marian. Cómo funciona nuestro cerebro en el mundo digital. Obtenido de: https://www.youtube.com/watch?v=-OmgQEpP7R0
Giménez, B. Un acercamiento al fenómeno del aburrimiento.
Suarez, C. (2017). Revista Telva. Obtenido de
https://www.telva.com/ninos/2017/04/05/58e4d2b922601d1a5e8b45c0.htm