Educación viva: entrevista con Faz Vives

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Educación viva: entrevista con Faz Vives, acompañante con más de 20 años de experiencia

Educación viva, una mirada a la infancia desde el respeto a las necesidades reales de lxs niñxs.

Una filosofía educativa que cada vez suena más entre las personas que están interesadas en acompañar la infancia desde la tolerancia y la admiración.

Hoy os traemos una entrevista muy especial, a través de la cual conocer más en profundidad de qué hablamos cuando hablamos de Educación Viva, desde la experiencia.

Una conversación con Faz Vives, formadora de nuestro Curso online de Educación Viva.

Maestra de Educación Infantil y Educación especial, creadora de un Espacio de Educación Viva y Activa que pretende acompañar a la infancia de manera respetuosa y cambiar la mirada que la sociedad, las familias y el mundo educativo da a lxs niñxs, dejándoles ser, sin esperar nada a cambio.

Educación Viva: Qué podemos aprender de la experiencia de Faz Vives

Faz, ¿Cómo llegaste a conocer e involucrarte en la educación viva?  ¿Y por qué crees que es necesario este cambio de paradigma?

Yo empecé a acompañar a infancia como docente hace 20 años, era una enamorada de mi profesión y una admiradora incondicional de la infancia.

Mi comienzo estuvo lleno de entusiasmo, de ilusión, de entrega… fui tutora durante muchos años de grupos de entre 20 y 25 alumnas y alumnos de 3, 4 y 5 años y, en los últimos años ocupé un puesto de coordinación (lo llaman Jefatura de Estudios, pero no me gusta nada ese nombre) del equipo de Educación Infantil (15 docentes aproximadamente y alrededor de 200 familias).

Cuento esta etapa de mi vida porque a lo largo de esos años pude disfrutar, compartir, acompañar y aprender muchísimo junto a todas aquellas niñas y niños. 

Pero, a su vez, debía atender las necesidades de:  un sistema (con sus idearios, expectativas,  protocolos, compromisos con las familias…), las familias (con sus idearios y expectativas hacia el centro y hacia sus hijas e hijos) y las docentes (con sus ganas, su entrega, su preparación y, a su vez, con la presión de dar respuesta a las expectativas del sistema y las familias).

Conforme iba viviendo esta realidad, iban surgiendo en mi “malestares”, los cuales me iban llevando a afirmaciones, no hacía lo que “quería”, sino hacia lo que “no quería”.

No quería:

  • Que la infancia fuera el resultado de las expectativas de nadie ni de nada
  • Que se interrumpieran las vivencias de la infancia por atender necesidades ajenas a ella.
  • Que se considerase a la infancia como grupos homogéneos, los cuales tienen las mismas necesidades e intereses por tener la misma edad.
  • Que a la infancia hubiera que “enseñarle” para que “aprenda”
  • Que se considerase el juego como una actividad de “recompensa” y hubiera un tiempo limitado para ello.
  • Que las niñas y los niños tuvieran que salir de la escuela limpi@s y bien peinad@s.
  • Que la etapa de infantil fuera la de mayor plasticidad cerebral y por ello hubiera que aprovechar para adelantarles e imponerles aprendizajes ajenos a su interés y a través de prácticas repetitivas y nada significativas para ell@s.
  • Que las personas profesionales de la educación perdieran su ilusión en su día a día, por atender necesidades ajenas a la infancia o tener que cumplir unos tiempos establecidos de forma rígida.
  • Que las familias dejaran de ver a sus hijas e hijos como seres extraordinarios y únicos, a los cuales debían amar tal y como son, sin esperar nada a cambio.

Y seguro que habría más afirmaciones que me visitaron en aquellos tiempos, pero no me quiero extender…

Fue esta realidad la que me hizo salir del sistema y comenzar un camino de formación e investigación educativa, convencida de que habría otra manera de hacerlo. 

Y en ese camino de búsqueda fue donde tuve la suerte de encontrarme con Jordi Mateu, en Barcelona, en el primer curso que hice de Educación Viva. 

De su mano pude hacer el “clic” y sentir un alivio similar al que se siente cuando encuentras un remedio para paliar un dolor. 

A partir de ahí comenzó mi camino, desde la firme creencia de “Si se puede”, de formación (con otros profesionales, como, por ejemplo, Astrid Ruiz) y profundización en esta “Filosofía Educativa”.

¿Cómo fue crear y participar en el Espacio de Educación Viva y Activa? 

Pues fue un camino parecido al anterior, pero en este caso fue un grupo de familias el que no sabía muy bien lo que querían, pero tenían muy claro lo que no querían. 

Estas familias venían de otro proyecto, y algunas de ellas habían escuchado algo de la “Educación Viva” y otras, incluso, habían visitado alguna escuela fuera de la provincia e indagado más en el tema.

Estas familias buscaban a una persona con las que iniciar un proyecto, y nos conocimos. 

A partir de ahí, empezamos un camino juntas, pues, poco a poco fueron encontrando en la manera en la que vivían sus hijas e hijos el espacio educativo y mi manera de acompañarles, lo que “si querían”. 

Y este fue el comienzo de un proyecto, el cual acompañé durante 9 años.

¿En qué se basa esta filosofía educativa en lo referente al acompañamiento a la infancia?

A la hora de acompañar a la infancia (en todos los ámbitos, no sólo en la escuela), se necesita una actitud de respeto y aceptación, desde la cual la niña o el niño se sienta mirado, tenido en cuenta, apreciado por ser ELLA O ÉL, sin necesitar demostrar nada.

Acompañar implica “presencia” para poder estar en el aquí y en el ahora. 

La presencia nos permite estar en conexión con lo que está sucediendo en el presente, pudiendo así atender las necesidades auténticas de la infancia en cada momento.

Es importante que la persona que acompaña, entienda y respete las necesidades de la infancia y, así, podrá dar paso a vivencias tan cruciales en el desarrollo de la infancia como son la experimentación, la exploración, el juego y el contacto con la naturaleza (entre otras)

Al comienzo de mi camino, escuché decir algo a Jordi Mateu, para mi revelador: “El acompañamiento debe basarse en las 5 acciones cuyas iniciales forman la palabra POEMA: Presencia. Observación, Empatía, Movimiento y Amor”

¿Cómo dirías que ha evolucionado el rol de la persona docente a lo largo del tiempo?

La Escuela Tradicional como tal, surgió en Europa en el siglo XVII, y su concepción se basaba en el criterio de que el docente era un transmisor unidireccional de conocimientos y de él dependía el éxito educativo, asumía el poder y la autoridad, y exigía disciplina y obediencia.

Cada vez rehuyo más el concepto de “escuela tradicional”, porque en ocasiones se utiliza este término de manera muy generalizada, pues podemos entender escuela tradicional como la más habitual o frecuente, pero hay que tener en cuenta que efectivamente existió un movimiento pedagógico con dicho nombre.

Por suerte, este modelo educativo, por lo general, ha quedado bastante atrás. 

Digo por lo general, pues es sabido por todas, que la humanidad es muy diversa y siempre habrá personas que se sientan cómodas desde este modelo (y las hay).

El rol del docente, ha ido evolucionando y pasó a considerarse como “guía del aprendizaje de los alumnos”, el cual a partir de diversos tipos de materiales y recursos didácticos, es el encargado de guiar y planificar la enseñanza.

El cambio de mirada pone el foco en el aprendizaje, más que en la enseñanza, centrándose así en la manera que tiene de aprender la infancia, para así convertirse en “facilitador” de sus aprendizajes, ofreciendo recursos y experiencias de aprendizaje para que estos se den. Todo ello desde la concepción de las niñas y los niños como protagonistas de sus aprendizajes desde un papel activo.

Es por ello que prefiero referirme a escuelas con una mirada respetuosa hacia la infancia o no tanto. 

Pues debemos recoger que en la actualidad está habiendo un gran trabajo de transformación educativa (independientemente del ámbito público, privado o autogestionado) que tiende hacia la mirada respetuosa de la infancia.

¿Cuál crees que es el impacto de esta nueva mirada con respecto al acompañamiento a la infancia en lxs niñxs? 

Cuando se confía en la infancia, en el potencial con el que ya nacen, y se le acompaña desde el respeto, la escucha y la aceptación, estamos acompañando a futuras personas adultas, brindándoles la oportunidad de ser personas críticas, con un autoconcepto que les permite saber quiénes son y qué necesitan, cuáles son sus intereses, cómo respetarse a sí mismos, a los otros y al entorno… 

Y por tanto, una vez terminan la etapa de la escolarización, están preparadas y preparados para acoger el mensaje de “SÉ TÚ”.

¿Crees que este tipo de experiencias educativas respetuosas pueden cambiar a la sociedad en un futuro?

Por supuesto, por todo lo expuesto anteriormente.

La infancia pasará a ser ciudadana del futuro, y la sociedad necesita de personas críticas, creativas, comprometidas, respetuosas y conscientes de la realidad que les rodea, y, al fin y al cabo ese es el “perfil de salida del alumno” que se desea desde esta filosofía educativa.

¿Qué consejo le darías a todx maestrx, cuidador/a, acompañante o persona en general que se relaciona con la infancia, sobre la educacion viva?

Cuando acompaño a docentes o familias, muchas veces sale la frase de… “vaya…lo estoy haciendo todo mal”, y siempre les digo que no, que para nada, que hasta ahora han hecho lo que ellas sentían que era lo mejor para ellos@. 

Nunca es tarde para hacer ese “clic” y cambiar la mirada, y seguro que había muchas cosas que ya hacían que pueden seguir haciendo o simplemente modificar el “desde dónde” lo hacen. 

Lo bonito es estar abierta a la reflexión, la revisión y una actitud abierta al cambio.

En definitiva, la idea es actuar desde una mirada amorosa y respetuosa hacia la infancia y sus procesos, y aceptar que cada SER es único y valioso por sí mismo

Debemos ser conscientes, las personas que acompañamos a la infancia, de la gran suerte y responsabilidad que tenemos.

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